A fin de cuentas existen sus
logros. Se tiene una profesión, un trabajo estable, un sueldo decente y una que
otra comodidad, Y sobre todo salud, que no es la mejor (algunos kilitos y otros
malos hábitos, pero en general buena salud). Poco a poco se van logrando
algunas metas (artículos personales, un auto, próximamente una casa) y la vida exige
pocos momentos de verdadera tensión. Todo parece en su lugar o próximo a ello.
De la mano de una situación
similar, se desprenden otras cosas más sutiles. Esto es, cada día, en cada
momento, vamos comenzando a adorar la estabilidad clasemediera. La vida no
sobreabunda, pero no se exige que sobreabunde. Se es feliz con lo que se tiene
y con lo poco que se necesita para conservarlo, algo de satisfacción y simpleza
comienza a coronar nuestras sienes.
A final de cuentas, se cumplen
las expectativas, aquellas que miden a los individuos en la sociedad en la que
viven. Se tienen logros, se habla de ellos, se comparan con otros logros,
propios y ajenos y el pecho se va inflando más con el paso de los años (a
algunos también se les infla el abdomen).
Se vive como en un ensueño, se
siente como que las cosas vayan encajando en la vida. Se siente útil. Y es en
esos momentos, cuando el espíritu estornuda.
Y te despierta.
El primer pestañeo viene cuando
comienzas a sentir que algo no encaja. Porque, a pesar de ir teniendo todo eso
que se ha ido juntando, se siente como que algo falta. Es decir, tal vez cuando
se era más joven, se tuvieron otros sueños y aspiraciones; pero conforme se fue
creciendo, se fue aterrizando todo, y los esfuerzos, sumados y encaminados,
llevaron a ser lo que se es ahora. Y es que se tiene lo que nuestros padres siempre
quisieron: estabilidad y la oportunidad de algunos lujos. Pero, ¿porque de
repente eso no es suficiente?, ¿Por qué de repente parece todo tan sombrío?
¿Será que todos tengamos ese
pestañeo?, ¿que a todos nos afecte? O solo unos cuantos le prestan atención.
Hoy, vi de nuevo una película
que no había visto desde al menos en diez años: PLEASANTVILLE (Amor en colores). Esa película me
gustó mucho cuando la vi y desde eso. En ella plantean un universo donde todo
es bueno, fácil y constante. Los sobresaltos de la vida, los contratiempos y
las decepciones no tienen cabida. Todo esto es ambientado en una tranquila
ciudad suburbana de los años 50’.
En esa ciudad todo transcurre
tranquila y monótonamente …Y en blanco y negro.
Unos hermanos, de “nuestro” universo, un
chico que siempre parece frágil y poco exitoso aunque intelectual y su hermana, que es toda
una femme fatale, son enviados al universo de PLEASANTVILLE por medio de un
artefacto “mágico”. Ahí lo primero con lo que se enfrentan es con la simpleza
de la vida de los habitantes. Rutinas diarias, tanto en actos como en
pensamientos, una excesiva facilidad para lograr las cosas, con lo que todo
reto queda fuera. Y sobre todo una total inocencia.
En ese lugar, el hermano se siente más
que en casa, pues además de conocer al dedillo la serie, le agrada ese ambiente,
donde él puede ser alguien y sentir cierto control, cosa que no tiene en su “universo”.
Caso contrario es su hermana, pues tanta simpleza e inocencia le son molestas,
por lo que decide poner un poco de “emoción” al lugar, de la manera que mejor
maneja.
A partir de esto muchas cosas
empiezan a cambiar. Cosas, animales y personas comienzan, poco a poco, a
adquirir color. Comportamientos, música, moda y avances tecnológicos empiezan a
crear cambios en la apacible vida de la ciudad. Cada uno produciendo un cambio
de blanco y negro a color.
Esto no es muy bien visto por el
sector conservador de la ciudad, que ve en los cambios, la destrucción de su
modo de vida, con el cual se sienten tan cómodos y seguros. Y más especialmente
categorizados. La represión y la discriminación se hacen presentes al tiempo y
se puede sentir un enfrentamiento latente en el aire entre coloreados y no coloreados.
Para no hacer el cuento más
largo, después de ciertas muestras de rebeldía e intentos por ser aceptados en
la ciudad, los coloreados demuestran a los conservadores, que el adquirir
color es resultado de un encuentro consigo mismo. Que viene de una aceptación consiente
de aquello que se tiene muy adentro en el corazón. Que al aceptarlo, la percepción
cambia y como resultado las actitudes cambian. Esto produce pues, que cambien
de blanco y negro (simbolizando monotonía y represión) a ser a colores (una
persona más consiente de sí mismo y más valiente).
Claro, la película (muy buena
por cierto) lo presenta de manera más dramática, más rica, que esta simple
explicación.
Al ver de nuevo esta película,
regreso a mi aquella pregunta que me hice cuando la vi por primera vez: Yo,
actualmente, si fuera enviado a Pleasantville, ¿seria blanco y negro, o sería a
colores? Y creo que justo en este momento seria blanco y negro. Solo me falta
un paso para ser a colores, como a muchos, pero mientras no lo dé, seguiré en
mi dulce y cómodo ser monocromático.
¿Y tú, de qué color serias?